Imaginemos un mundo donde todo fuera posible con solo desearlo. Yo viajaría a los rincones más recónditos del planeta, descubriendo culturas que pocos han tenido el privilegio de conocer.

Tú aprenderías idiomas con la facilidad con que se respira, convirtiéndote en un políglota capaz de entablar conversaciones en cualquier rincón del mundo. Nosotros construiríamos puentes de entendimiento y compasión, uniendo a las personas más allá de sus diferencias. Si tuviera la oportunidad, crearía un espacio donde todos pudieran expresarse libremente, sin temor a ser juzgados.

En este lugar imaginario, tú desarrollarías tu potencial al máximo, explorando todas las pasiones que habitan en tu interior. Ella cantaría con una voz que tocaría el alma de quienes la escuchan, transportándolos a un mundo de armonía y paz. Él pintaría paisajes tan vivos que uno podría jurar que están respirando. Juntos, lucharíamos por un futuro donde el amor y la esperanza sean la base de todo.

Si pudiera, cambiaría el mundo con un gesto, sembrando la semilla de la bondad en el corazón de cada persona. Y así, paso a paso, crearíamos un paraíso en la Tierra, donde el condicional no limitara nuestros sueños, sino que los impulsara hacia la realidad.